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30 enero 2008

He vuelto a volver al gimnasio

Nada tiene que ver con los propósitos que hacen muchos de año nuevo (yo me hago propósitos de día nuevo), está más relacionado con iniciar una nueva etapa laboral.
Algún día, y será pronto, escribiré sobre lo que dejo atrás pero por ahora baste decir que se acabó el proyecto donde estaba y una vez más, como botella de cristal en los ochenta, devolvieron el envase a mi oficina. No es la primera vez que aterrizo en oficinas, es la segunda, y coincidiendo que hacía poco me había borrado de mi anterior gimnasio, al que convertí en ONG al contribuir fielmente mi cuota mensual sin hacer ningún uso, miré de apuntarme al gimnasio de la calle.
El gimnasio es de la cadena DIR. Aunque es ligeramente más caro que los típicos UBAE que subvenciona el ayuntamiento de Barcelona he de reconocer que vale la pena pagar la diferencia (Si no eres el señor DIR no leas lo que sigue: Señor Dir estoy abierto a cualquier aportación económica que quiera realizar por la publicidad NO GRATUITA que le estoy haciendo.)
Eso si el gimnasio tiene una serie de peculiaridades merecedoras de ser escritas aquí.
1. Es un gimnasio no apto para feos o no musculados. Estoy por borrarme y eso que solo llevo cinco días. Mi primera impresión al bajar a la sala de máquinas (siempre que escribo esto me viene a la mente al escena de los Hermanos Marx echando carbón a un tren en la película... en una película) fue que estaban rodando un anuncio, si es que hasta sudaban bien. En los UBAE la gente suda como los humanos, a roales y no creo que haga falta que indique donde salen los roales, pero aquí no, es como si tuvieran una máquina dispensadora de sudor y antes de entrar se lo untaran.
No quiero dar a entender cosas que no son, pero es chocante ser el más "recio" (como diría mi abuelo) de la sala, pero si hasta el de mantenimiento que debe tener 93 años va marcando abdominales. Han conseguido que me esté planteando ir en gabardina, al menos el primer año.
2. Las máquinas no fallan, se sublevan. Que falle una máquina es comprensible, por muy cools o chachis que sean, lo que no es tan normal es que la máquina intente matarte. Me subo a la cinta de correr, le introduzco mi peso como si estuviera marcando el pin de la visa en el cajero (tapando la pantalla), le marco la velocidad deseada, enciendo la tele de la máquina (sisisi, si cada máquina tiene su tele particular, ¿no dije que eran superfashiondelamuerte?) y la maquina empieza con un movimiento regular "increscendo" hasta los ocho kmh momento en el cual, la maquina da una especie de respingo, llamale temblor si quieres y cambia la dirección de la cinta medio segundo. Tiempo suficiente, por otra parte, para tener la sensación de que o recuperas el centro de gravedad o lo siguiente que te saldrá por la boca sera el coxis. Doy un par de zapatazos y cuando estaba apunto de ponerme a correr para atrás la máquina corrige la mal función y se pone a rodar a 9 kmh en la dirección correcta un par de segundos pero entre terribles temblores. Cuando voy a darle al botoncito de stop, la máquina que además de tele debe tener cámara, cambia el sentido de nuevo y una vez más casi practico el jogging horizontal, esta vez no intento recuperar el centro de gravedad sino que salto para poner los pies en los laterales de la cinta que no se mueven. Pero como tengo la agilidad de una chirla consigo poner un pie en el lateral pero el otro vuelve a aterrizar en la cinta que había vuelto a avanzar pero entre temblores. Para no irme al suelo comienzo a mover el pie de la cinta como si me estuviera impulsando yendo en patinete hasta que consigo atinar a darle al botoncito del demonio. Ya en el suelo, me siento como un superviviente, como Ulises.
Para mi que no es normal, pero bueno así es más divertido.
3. ¿Qué comen los monitores? Hay 2400 monitores en la sala de fitness (o también conocida como la sala de los gruñidos por los sonidos que se escapan al mover los pesos). Cuando me acerqué a que me hicieran la rutina me atendió uno que si me hubiera dicho que se llamaba Oleg y que tenía prisa porque tenía que zarpar en un drakar a tomar Islandia le hubiera dado todo el crédito del mundo. El buen hombre alcanzaría facilmente los dos metros... y de alto también. Me comienza ha hacer una serie de preguntas:
- ¿Que quieres conseguir viniendo al gimnasio?
- Ponerme en forma (¿Cuantos habrán contestado aquí: "novia"?)
- ¿Pongo perder peso?
- Ponlo
- ¿Te gustaría ganar masa muscular?
-(nononooo... si mis brazos de alambre es lo ultimo en las revista de moda.) PONLO TAMBIEN
- ¿Te gustaría ganar resistencia?
- Y fuerza, ponme de todo eso
-Tendrás que hacer ejercicios hasta que tiemblen los brazos y piernas del esfuerzo
- ¿Solo tengo que hacer una de cada?-Aquípone cara nórdico de que se ha reído por última vez cuando Noruega fletó el primer drakar a América, vamos que si se reía sería muy dentro
- Ten esta hoja y haces los ejercicios durante seis semanas y ...
- ... me volveré como tú
- ... después hablamos
4. Qué miedo da el baño turco. Hoy ha sido el primer día que he entrado en un baño turco. Y la primera impresión es que se me empañaban las gafas, lo que me ha hecho comprobar que ya no las llevaba puestas. Se intuía unos bancos. Si yo ya veo mal sin gafas solo hay que imaginar lo bien que veía encima caminando por una olla de verdura al vapor.
Me ha dado por pensar que lo más probable es que no estuviera solo y aquí me ha entrado el pánico. "YA VERAS COMO ME SIENTO EN EL REGAZO DE UN TÍO" así que tímidamente me he acercado al banco más cercano y al llegar he intuido un par de piernas así que he dado un par de pasos a la derecha hasta encontrar un banco libre.
La sensación es de estar respirando agua, agua con tomillo o laurel, no se decir, pero era una sensación no buena, no me atrevería a decir mala pero era "no buena".
Cada poco rato caían gotas del techo a una temperatura ideal para cocer coles. En un momento la maquina de vapor a resurgido de sus húmedas cenizas y ha comenzado a hacer ruido y ha llenado de vapor la habitación hasta convertirlo en un mundo de algodón. En ese momento me veía incapaz de encontrar la puerta así que he tenido que esperar a que la buena máquina acabara la demostración y se pudieran volver a intuir las baldosas para poder salir

Estas son las primeras, espero que de muchas, reflexiones que me provocado el gimnasio, al menos en los cinco primeros días. Ya iré contando si alguna máquina más intenta atentar contra mi vida o si Oleg (para mi siempre será Oleg) finalmente entrena con el martillo de guerra.

29 enero 2008

Hoy lo he roto

Yo, que soy una persona tranquila, necesito empezar los días de forma sosegada, con tiempo para mis cereales, alguna galletita y un café (no pido que sea de cafetera, con un Marcilla soluble soy feliz).
¿Cuántos días soy capaz de conseguir esto? Ni uno solo, todos los días me peino mientras me pongo los pantalones, me tomo los cereales sin leche y cuando me doy cuenta de que algo me falta me tengo que tomar la leche sola para conseguir despegarme los cereales de la garganta, cuando no me voy colocando la corbata mientras bajo las escaleras con la mochila en la espalda, unas llaves en la mano (que no necesariamente tienen que ser de casa, pueden ser de cualquier sitio porque con las prisas algún que otro día acabo cogiendo las llaves de mis padres pensando que eran las mías, la solución poner todas las llaves en el mismo llavero e ir como si fuera un sereno por la calle, bueno también está la opción de olvidárselas)
Si a todo esto le juntamos la mala convivencia que tengo yo con mi despertador juntamos que hoy ha sido un despertar horrible. Durante un tiempo me ponía un móvil que tengo sin tarjeta para hacerme de despertador pero como todo el mundo comenzó a decir que dormir con un móvil en la habitación provoca mutaciones, alteración de los sentidos y el crecimiento de pelos en las orejas decidí que iría castigado fuera del cuarto.
Tenía un despertador analógico, usease de esos con tres palitos que marcan las horas, pero apagarlo era muy sencillo, en seguida mi subconsciente se aprendió donde estaba la palanquita y lo apagaba mientras yo dormía. Me compré un despertador digital que para apagarlo hacía falta una combinación de teclas, el caso es que no sin esfuerzo por su parte mi yo dormido había conseguido apagarlo, pero hoy se ha superado. En un alarde de habilidad proporcional a la que me falta despierto, mi yo dormido ha conseguido apagar el despertador, cambiar la hora y cambiar la hora de la alarma. Así que cuando me he despertado y he visto que eran las 12 de la mañana he tenido un grupo de emociones que han subido del estomago y amenazaban con explotar en el pecho. He entrado en crisis.
Ya no sabía nada, buscaba las camisas en el cajón de los calzoncillos, casi me pongo calcetines blancos con pantalón de pinzas, he cogido zapatos diferentes, he abierto el mismo cajón unas seis veces esperando que por arte de magia fuera apareciendo las diferentes partes de ropa. No quiero ni pensar lo que he metido en la mochila del gimnasio... por que la toalla me la dan en el gimnasio que si no me veía secándome agitándome como los perros.
Casi reviento los bajos del pantalón al ponérmelos, porque con las prisas se me han enganchado los pies en las costuras.
Todo esto para llegar al comedor y mirar otro reloj y ver 08:12. He vuelto a la habitación con el paso comedido del que tiene ira suficiente como para que le tiemblen los músculos. He cogido el despertador y tentado he estado de hacérselo llegar a mi vecino pero me he contenido, me he contenido y tranquilamente lo he dejado sobre la mesa boca abajo, cosa que no le ha gustado porque ha comenzado a pitar y al ir a verlo ya tenía la hora correcta y si un despertador puede tener una expresión burlona tiene que ser muy parecida a la que tenía mi despertador...
Hoy me compro un despertador y, aunque no sea muy ecológico, lanzare el mio al contenedor del cristal a ver si le revientan esa pantalla de chulo que se le ha quedado.

16 enero 2008

Compañerismo II

El compañerismo es un bien escaso, cuando en una empresa se consigue los jefes deberían blindar económicamente a la gente para que no se perdiera, porque cuando no existe se producen sucesos muy curiosos, por no decir desagradables. Ahora viene historia de abuelo cebolleta.
En un tiempo muy muy lejano, estaba yo lesionado (raro eh?) en el codo, no recuerdo exactamente pero que me pasó, y lo llevaba en cabestrillo escayolado. A un informático no le dan la baja jamás, así que allí estaba yo a base de ibuprofenos trabajando al 50%. Coincidió ese día que mi padre había llevado mi coche al taller a una revisión y me llaman que tengo que sacarlo de allí porque ya habían acabado y si el metro cuadrado en Barcelona está caro, el metro cuadrado de taller está espectacular.
Así que allá que voy conduciendo con mi brazo en cabestrillo consigo aparcar cerca del trabajo y vuelvo a la oficina. Al llegar me encuentro a mi compañero con la cara blanca como si hubiera estado jugando a cartas con la niña esa japonesa de The Ring.
- Acompáñame al lavabo…
- ¿Sabes que estoy casado?
- Estoy muy mareado y no se si llegaré…

Y no llegó a medio camino se desplomó. Mi compañero es más alto que yo, y yo no es que sea bajo, e igual de pesado, así que tuve que aguantarlo con el brazo izquierdo, el único de mis múltiples brazos que no estaba en cabestrillo, y delicadamente dejarlo caer a plomo en el suelo. Lo llevé a rastras hasta una esquina, siempre usando solo el brazo izquierdo, y levantarle las piernas. Mientras toda la oficina estaba conveniente mirando hacia otra dirección. Se acercó uno y me dice:
- Creo que puede ser una bajada de azúcar, toma un caramelo
- Lo que es, es una bajada de cuerpo. – Ganas me quedaron de decirle por donde se podía meter el caramelito que cogí cortésmente.
Como pudo se volvió a levantar y se apoyó en mi hasta el lavabo donde se volvió a desplomar, no estaba yo como para decirle que el suelo de un lavabo no es el mejor sitio para una siesta. Como pude le eche un poco de agua. Mientras él estaba allí observando el techo llegó otra persona, a la que ver personas tiradas en los suelos de los lavabos es su pan de cada día, porque estiró las piernas y pasó por encima de mi compañero.
Cuando pudo caminar, bueno tambalearse avanzando hacia delante, lo volví a cargar en mi hombro y hacia el coche que fuimos.
- Me duele mucho el pecho y el brazo izquierdo – me dice para tranquilidad mía.
- Espera que te pongo en horizontal el asiento, por dios intenta no morirte ahora vale – ganas me daban de romperme el yeso.
Conduciendo como podía llegamos a la clínica Quirón. Deje el coche en cualquier lado y vuelta a cargar el buen hombre hasta la entrada trasera, con la buena suerte de que me equivoque de entrada y me metí en una portería, equivocación de la que fui consciente tiempo más tarde. En mitad de la entrada había una silla de ruedas y allí lo dejé, resultó que la silla era de un vecino que estaba bajando en el ascensor y el portero del edificio le había preparado allí. Al bajar el vecino tuvo un primer momento de querer proponernos que lo levantara de la silla pero cuando le vio la cara, que ya no era de haber estado jugando con la niña de The Ring, ahora la tenía como si la niña le hubiera insinuado alguna guarrada.
El buen vecino tuvo a bien no decir nada más y nos dejó la silla, pero como estábamos en un sitio equivocado enmendar el error suponía salir a la calle y hacer un recorrido de unos 500 metros, yo si me equivoco no me estoy con tonterías. El portero providencialmente me indico una entrada trasera a urgencias del hospital, así que allí que me lance empujando la silla con un solo brazo. Llegué a recepción del hospital a traición, allí por donde nadie me esperaba.
- Se muere – dije intentando no dramatizar demasiado
- ¿Qué le sucede?
- Le duelee eeeel – no podía hablar, cargar 90 kilos de un lado para otro con un solo brazo me había cansado ligeramente. – le dueleeeee eeeel… unnn brazo
- Y va en silla de ruedas por un brazo
- Le duele el brazo izquierdo, se ha desmayado ngdos veces, me muero yoo….
- Bueno ahora lo miramos
- Gracias… me voy a morir a la sala de espera vale… estoy allí

Al final resulto que todo era fruto del estrés, el estrés es malo no tengais nunca de eso. Pero nos sirvió para ver los buenos compañeros que teníamos en la oficina.

11 enero 2008

Atropello

Esta es una historia de mucho tiempo atras, de cuando los dinosaurios poblaban la tierra y yo iniciaba mis estudios de administrativo.

He escrito bien, de administrativo, hace un tiempo (ahora no se como será) solo podías estudiar informática cuando habías demostrado que no ibas a utilizar los conocimientos adquiridos paraconquistar el mundo, o empezar una tercera guerra mundial.

Por aquel entonces estudiaba yo en un instituto un tanto peculiar, se llama Santa Pau Pifma. El director, el señor Gumersindo, no es que fuera franquista es que si Franco hubiera vivido hubiera sido Gumersindista. Algun otro día ya explicaré yo historiasdel señor Gumer.

En el instituto se impartían clases de Electronica, Administrativo y Hogar. A electrónica iba lo peor de cada casa, vamos que en cualquier momento podrían haber rodado allí mentes criminales 34. No hará falta decir que allí las unicas chicas que entraban eran en las revistas que escondían debajo de los pupitres.

Administrativo eramos los "normales", con nuestras rarezas y nuestras cosas pero chicos enfermizos y raritos como buenos futuros informáticos.

Hogar era la antitesis de Electronica, eran las chicas que querían ser monitoras de guardería. Alli los chicos eran los que estaban enganchados ensus carpetas.

Esta diversidad, y el hecho de que las clases estaban divididas por paredes de cristal producía situaciones raras raras raras. Por ejemplo un dia los de electronica se amotinaron, echaron a la profesora e incendiaron
las papeleras mientras reproducían algun rito extraño aprendido seguro en sus largas sesiones de estudios de las civilazaciones antiguas.

Mientras los de administrativo, que estabamos separados de ellos solo por una pared de cristal, nos preparabamos para ser invadidos en cualquier momento, las de hogar, inmersas en su mundo de Banner y Flappy empezaron a ensayar el "Sol, solet" cancion de cuna catalana. La letra viene a decir algo así como "Sol, solecito venme a ver, venme a ver, sol solecito venme a ver que tengo frio" (Las canciones para los niños de tres años no las compone Bunbury).

Todo esto sirva de introducción para mi historia (cada dia escribo peor, lo sé).

Un día saliamos tres compañeros de clase y cuando nos disponíamos a cruzar la calle una furgoneta bloqueaba el paso de peatones. Al esquivarla nos salimos del paso y vino un coche, podríamos
decir que no venía despacio. Yo iba enmedio de los chichos, digo enmedio de mis dos amigos. Pero el que estaba más expuesto resulto ser un ninja que se desvaneció, yo que soy de natural lento solo me dio tiempo a medio girarme para medio disfrutar del atropello en todo su explendor.

El coche comenzó a pisarme el pie por el talón. Lo doblo cual cajera del Zara y lo juntó con la punta. Al terminar de pasar di un respingo ygiré sobre mi mismo que ni el Nacho Duato de jovén.

Esa fue una de las primeras veces que pensé que había conocido el dolor es su estado sublime. Para mi no podía haber nada que provocara un dolor más refinado e intenso.

Justo pasaba por allí una profesora, la de "natus", que posiblemente era la más pequeña del instituto pero se empeño la buena mujer en tirar de mi para levantarme del suelo. Por si mi peso, que no era poco, no fuera suficiente la mochila se había enganchado en el portón de la furgoneta con lo que sacarme de allí era una obra de ingeniería.

Una vez de pie caminar no era sencillo, sin apoyar el pie y como punto de apoyo una mujer de
cuarenta kilos la cosa no era sencilla.

Al llegar al colegio de nuevo salio el director, alertado por alguno de sus espías y comenzó: "Es que ustedes son unos vagos y unos maleantes, que andan todo el dia magreandose por las esquinas y luego pasa lo
que pasa, que los pillan los coches y luego... y luego... todos son problemas para el instituto."

Me llevaron al hospital y alli me dijeron que abandonara la idea de tener una articulación nueva en mitad del pie, que lo mejor era enyesar una temporadita y dar parte a la urbana.

10 enero 2008

RyanAir the lowcost suffering

Partamos de una premisa que marcara toda esta entrada: RyanAir y algunos de sus empleados son unos hijos del averno… sin rencor (bueno con un poco sí, para que engañarnos)
¿Por qué digo esto? ¿Qué me lleva a esta ira contenida, que de salir haría que lo del Vesubio sería una quemadura en tercer grado?
Todo comenzó al finalizar mis minivacaciones en Granada. Estuvimos genial, algún dia ya contaré mas detalle, con unos amigos disfrutando del “fresquito” granadino y comiendo como si no fuera ha haber un mañana. El caso es que tuvimos que volver y yo que soy un catalán de pro miré cual era la forma más barata de hacerlo, con lo que RyanAir ganó el concurso de los baratismos.
Había reservado el vuelo de vuelta hacía ya semanas, estaba previsto para el lunes 7 de enero a las 18:50.
Tristes nos despedimos de nuestros amigos y comenzamos la excursión al aeropuerto. Se levantó niebla con lo que tampoco podía correr, así que llegamos al aeropuerto poco antes de las 18h.
Me dirijo al puesto de Hertz para entregar el coche de alquiler.
- Buenas vengo a devolver un Opel Corsa, esta en la plaza 9
- ¿Qué tal ha ido?
- Bien, perdone es que sale mi …
- ¿Te ha gustado Granada?
- Si, mucha gente, pero mire es que mi av…
- ¿Dónde estabas alojado?
- En Guadix, en serio es que el …
- Bueno pues un segundo, a ver un Opel Corsa ¿Verda que es un buen coche? Mi cuñado tiene un Opel y está muy contento
- Seguro, muy buen coche, le importa que vaya factu…
- Esperate un segundo que voy…
- No es que
Y se va, se levanta y se va. Yo empezaba a estar nervioso, pero no nervios de esos que hacen que te comas las uñas, más bien nervios que hacen que pierdas la cabeza y cuando te vuelve hay muertos a tu alrededor.
- Bueno pues todo está perfecto, mushas gracias y buen viaje de vuelta a Girona y que …
- De nada…
Y cogiendo las maletas a correr a facturar, eran las 18:10. Todas las lineas de facturación estaban cerradas. Gente miraba los letreros de cerrado con la cara que mirarían como ardían los barcos de Hernán Cortes los marineros. Viendo que no había donde facturar nos vamos al stand de RyanAir.
Allí había una chica, eran las 18:12.
- Hola muy buenas, mira que tengo que facturar las maletas para el vuelo a Girona y no veo donde
- Es que se ha cerrado la facturación
- Bueno pues dime donde puedo entregar la maleta
- Es que se ha cerrado la facturación – Hay niños que dicen papa, mama y ajo. Esta aprendió “Se ha cerrado la facturación”
- Ya, si te había oido. Es que mira tengo que coger un vuelo a Girona y la maleta es que me hace ilusión que se venga conmigo
- Ya pero como se ha cerrado la facturación – como lo hubiera dicho una vez más la mato – no se puede subir la maleta y no podéis subir al avión.

En todo esto llegaron los “observadores de carteles de CERRADO”. Eran una veintena de personas.
- Shenoriiita, shenoriiita, que han cerrado la facturación
- Si es que se ha cerrado la facturación y …
- No se pueden subir maletas – dije yo que ya lo había oído tres veces.
- Pero es que se va a marchar el avión
- Si pero como se ha cerrado la facturación no pueden subir al avión.

Consejo para azafatas de tierra. Si tienes una veintena de personas cabreadas delante de ti no hay que decir según que frases, porque la reacción es inmediata, alguien ha visto lo de los mentos y la cocacola, pues vamos los allí presentes éramos contenedores de CocaCola de ochenta kilos y la mujer nos echo unos cinco kilos de mentos.
- Como que no, YO ME SUBO EN EL AVION, si hace falta tiro los champús
- Mire no me chille que yo no puedo chillar
- Me da igual que no puedas chillar, YO ME SUBO EN EL AVIÓN
- HEMOS PAGADO NUESTRO BILLETE
- Si pero la facturación se ha cerrado
- Matenla, matenla y que sufra – sugerí yo, que viendo que había gente que chillaba por mí me retiré para ir apostillando
- ¿Si pero entonces que podemos hacer? – Espetaba otra mujer.
- Bueno pues como la facturación se ha cerrado – Estaba por comprar un cuchillo jamonero en este punto – tendrán que coger el siguiente vuelo que es… mañana a las 8h
- NO PUEDE SER
- Y QUE HACEMOS
- Pagar una penalización de 75 € por viajero por llegar cuando se ha cerrado la fac…
- YO NO PAGO MÁS, QUIERO VOLAR HOY
- QUIERO PONER UNA QUEJA
- DAME EL LIBRO DE RECLAMACIONES
- No chillen que yo no puedo chillar
Nos dio unas hojas de la Junta de Andalucía donde apuntamos nuestras quejas, que seguro sirven para algo, seguro seguro.
Nos retiramos con un humor vamos que ni hora escuchando chistes de Gila lo arregla. Mi idea no darles un duro más a RyanAir, así que tuve un seguido de brillantes ideas.
La primera fue ir al sitio de alquiler de coches y mirar lo que me costaría coger un coche en Granada y devolverlo en Girona. Entre el hombre amable del alquiler y mi mujer me convencieron que en mi estado nos matábamos al llegar a Jaén.
Después empezamos la procesión por las otras compañías aereas. Nos acercamos a Iberia y la mujer empieza a bajar la persiana de la ventanilla mientras canturrea “nooo hay vueelos”. SpainAir no vuela a Girona, Vueling hace escala en Madrid y no vuela a Girona…
Me dan el telefono de RENFE y les llamo:
- Hola mira para ir a Girona
- A Gerona?
- Bueno pues a Gerona…
- Mira tienes que ir a Barcelona y después coger otro tren
- Y para ir a Barcelona?
- Pues el tren sale a las 21h y me quedan pocas plazas asi que no tardes mucho en venir a reservar

En este punto uno ya no sabe si mirar de volver o comprarse un piso en Granada. Con resignación nos acercamos a RyanAir y a la misma chica.
- Mira dame plaza para el vuelo de mañana
- Mañana a las 8?
- El primero que haya
- Entonces mañana a las 8
- Pues mañana a las 8
- Son 150 €
- Perfecto, mira tenía por aquí 150€ que no sabía que hacer con ellos.

Nos acercamos al puesto de información
- Donde podemos dormir por aquí
- Mira el hotel más cercano es el Hotel Capitulaciones en Santa Fe. – Que nombre más apropiado

Vamos a la parada de taxis y al primero le preguntó por cuanto me saldría el viaje
- Pos por unos trese euros
- Perfecto…

Vamos al hotel Capitulaciones y la habitación por una noche en tarifa de empresa nos salía a 60 €, perfecto. Todo era perfecto, había entrado en modo “vamos a tirar dinero”
Subimos a nuestra habitación, que no resultó estar nada mal y tras las llamadas de rigor poniendo voz de soy subnormal, bajamos a dar una vuelta por los alrededores del hotel.
El hotel está en un paraje más digno de “Güisqueria Lulu” que de un hotel de tres estrellas, es más fue salir y se formó una niebla que, viendo como iba el día, lo más normal es que hubiera venido un camión de seis ejes y se nos hubiera llevado por delante.
Volvimos al hotel y reservamos un taxi para el día siguiente a las 6 de la mañana.
El taxi resulto ser una Sporter, una furgoneta tipo transporte de ganado, sin taxímetro ni nada que se le pareciera que nos cobró 18 euros por el mismo trayecto que el dia anterior nos costó trece. Uno puede tener dudas, pero la gente se encarga de responderlas, tengo cara tonto.
En la linea de facturación eramos los primeros y al facturar la maleta me dice que excede del peso, apunto estuve de decirle que “es lo que dicen, las maletas se parecen a sus dueños”
- ¿Qué quiere hacer, paga un recargo o la vacía?
- ¿Cuánto es el recargo?
- Ocho euros por kilo extra – Leñe, si me hicieran eso a mí me ponía a regimen estricto.
- Paga – oí tras de mi la voz de mi mujer, que hacía un día que era la única que pensaba de los dos.
Pague mis 24 euricos y la maleta se fue en la cinta transbordadora y nos fuimos a pasar el control policial.
Tras un par de horitas de diversión en un aeropuerto donde todo lo que hay son sillas, embarcamos felices tras solo habernos dejados unos 250 euros extra porque: “se ha cerrado la facturación”.
¿Se entiende ahora mi cariño sin limites a RyanAir en general y a la chica que no podía chillar en particular?